Salud y comunicación asertiva:
Para el cuidado de la salud es muy importante aprender a comunicarnos de manera clara, expresando lo que pensamos y escuchando también a los demás de manera respetuosa, esto permite establecer vínculos saludables.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, definió las Habilidades para la Vida como aquellas destrezas psicosociales que facilitan a la persona enfrentarse adecuadamente a las exigencias y desafíos que se le presentan a diario. Aparecen como capacidades mediadoras entre los factores motivadores del conocimiento, actitudes y valores, y el comportamiento o estilo de vida saludable.
Hay diez destrezas psicosociales: Autoconocimiento, Empatía, Comunicación Asertiva, Relaciones Interpersonales, Toma de decisiones, Solución de problemas y conflictos, Pensamiento creativo, Pensamiento crítico, Manejo de emociones y sentimientos, Manejo de tensiones y estrés.
El estudio sobre las
habilidades para la vida está centrado en reafirmar la importancia de la
competencia psicosocial en la promoción de la salud,
es decir, en el bienestar físico, mental y social de las personas.
Mantener una actitud positiva, realista y perseverante, comunicarse de una forma asertiva, construir caminos para un proyecto de vida, la búsqueda para el encuentro de cambios novedosos y elevar el crecimiento personal, serán entre otras, algunas estrategias para alcanzar las metas deseadas, pensando que siempre habrá otra y nunca un final.
Todo ello permite sensibilizar, informar, formar, educar, promover, y generar compromisos en las familias, cuidadores, maestros, niños, niñas, adolescentes y en la comunidad, en el uso de prácticas y actitudes dirigidas a la no violencia, a la paz, el respeto al Derecho al Buen Trato establecido en la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Art 32).
Cuando hablamos de estilos
de vida saludable estamos haciendo referencia
a un conjunto de actitudes necesarias para un comportamiento adecuado
y positivo que permiten enfrentar eficazmente las exigencias y retos de la
vida diaria. El desarrollo de estas habilidades permite que se den mejores
relaciones consigo mismo, con otras personas y con el contexto.
Hemos mencionado que los
estilos de vida saludable son todas aquellas
habilidades y destrezas que nos permiten desarrollar hábitos positivos,
adecuados y enfrentar las diversas situaciones que están dentro del
ambiente en el cual nos desarrollamos, haciéndonos individuos resilientes.
Ahora podemos identificar que las más importantes son:
• Habilidades cognitivas: Implica que podamos conocer las alternativas
que se nos presentan, sus ventajas y desventajas para elegir la más
adecuada a nuestra salud y desarrollo humano, con una visión crítica e
integral de la realidad y saber asumir las consecuencias de las decisiones
tomadas.
• Habilidades emocionales: Ningún sentimiento es malo, depende de la
forma como se exprese, puede enriquecernos y ayudarnos a establecer
relaciones positivas. Es importante aprender a expresar nuestras
emociones, identificando los factores que nos producen tensión.
• Habilidades sociales: Son aquellas destrezas que nos llevan a resolver
problemas, a comunicarnos efectivamente y poder expresar nuestros
sentimientos, pensamientos y acciones de forma acertada, para poder
garantizarnos relaciones estables y duraderas.
Cómo expresarse de forma
asertiva: Utiliza la primera persona, habla expresando cómo te sientes o
piensas, no criticando a la otra persona. No des por sentado que el otro
comprende lo que quieres comunicar, si no se es claro
se pueden generar malos entendidos, por lo que se recomienda exponer tus
ideas de forma clara y transparente.
• Asegúrate que te comprendan: Es importante asegurarse que el
interlocutor comprenda. Comprueba que no ha entendido mal y que ha
comprendido el propósito del mensaje.
Aprendiendo a escuchar y ser escuchados.
¡A todos nos gusta ser escuchados! Cada día debemos usar más en
nuestro estilo de comunicación la escucha activa, esta se refiere a esa
forma de comunicación donde el hablante se siente entendido por el oyente.
Donde sus sentimientos, emociones, son aceptados sin ser
juzgados, donde el oyente sin interrumpir, sino a su debido tiempo, emite su
opinión, sin emitir juicios de valor y menos descalificar. Donde el lenguaje
corporal o comunicación no verbal, del oyente activo, es receptiva, sin
brazos cruzados y con adecuado contacto visual.
Las personas estamos constantemente comunicándonos, en cada momento estamos intercambiando ideas, sentimientos, actitudes, valores y creencias. Los seres humanos nos comunicarnos más allá de la palabra, estamos intercambiando información por medio de gestos, tono de voz, la vista, y postura del cuerpo, entre otros.
La forma como manejamos la información da cuenta de nuestra capacidad para establecer límites o para alcanzar una mayor intimidad. El tiempo dedicado a la conversación, el lugar, la compañía, la presentación, la posición, si escuchamos o no con atención.
Ser asertivo en la comunicación implica que desarrollemos la capacidad de comunicar nuestros puntos de vista y necesidades emocionales a los demás de manera adecuada y efectiva. Así evitamos la manipulación y el sentimiento de frustración que surge cuando sentimos que no comunicamos lo que deseamos expresar. Cada vez que nos comunicamos asertivamente logramos expresar con claridad lo que pensamos, sentimos o necesitamos, teniendo en cuenta los derechos, sentimientos y valores de los demás.
Estamos constantemente en contacto con situaciones que nos proponen diversas alternativas y ante las cuales debemos realizar una elección, esta acción comprende llevar a cabo una toma de decisión lo cual corresponde a la selección de un curso de acciones entre alternativas.
Continuamente estamos tomando decisiones, eligiendo qué hacer tras considerar distintas alternativas. Esta habilidad nos ofrece herramientas para evaluar las diferentes posibilidades en juego, teniendo en cuenta necesidades, valores, motivaciones, influencias y posibles consecuencias presentes y futuras, tanto en la propia vida como en la de otras personas.
Debemos orientar nuestro pensamiento hacia la idea de que los problemas tienen solución, por lo que debemos asumir los mismos como un reto que requieren de tiempo y esfuerzo para su solución, evaluando siempre las implicaciones que pueden tener sus posibles resultados.
No estamos exentos de las tensiones, de los diversos problemas que trae consigo el día a día, nuestro reto es enfrentarlos y no evadirlos. Debemos aprender a identificar las fuentes de tensión y estrés en la vida cotidiana, saber reconocer sus distintas manifestaciones y encontrar vías para resolverlas o contrarrestarlas de manera saludable.
Algunos consejos para reducir el estrés.
• Dedicar tiempo a uno mismo: Dedicarlos a nosotros, a leer, a mirar una película que nos gusta, a escuchar música o a caminar.
• Aprender a decir que “no”: Debemos aprender a decir: “no puedo”, “no quiero”, “no debo”, sin culpa ni remordimientos.
• Establecer prioridades: Ocuparnos y preocuparnos por aquello que amerite nuestra atención.
• Compartir los sentimientos: Hablar acerca de nuestras emociones es sano; sobre lo que sentimos a nivel emocional, pues esto ayuda a elaborar parte de las tensiones que las emociones negativas generan.
• Realizar ejercicios de relajación.
-Vida saludable y activa: La dieta, el sueño, el compartir con amigos y familias, y el ejercicio son aspectos fundamentales a tener en cuenta.
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