jueves, 10 de agosto de 2023

SALUD Y DERECHOS HUMANOS PARTE 1

 

Ante tanta diversidad de culturas y de criterios en torno al tema de la salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo referente internacional en temas sanitarios, incorporó en su Constitución la definición que había sido propuesta en 1946 por Andrija Stampar, pionero croata de la salud pública. Costó mucho que fuera comprendida por los gobiernos de entonces, porque ofrecía una nueva mirada en la que se comprometía a toda la sociedad y no exclusivamente al sector médico.

Decía que:

“La salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Durante la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, en 1978, convocada por la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), se reafirmó expresamente esa definición y se planteó el objetivo “Salud para todos en el año 2000” con la certeza de que trabajar por la salud no solo involucraba al ámbito de la medicina sino que abarcaba un compromiso social que incluía decisiones políticas, económicas, y la participación de todos los estamentos sociales.

Se pueden hacer dos observaciones a partir del análisis de esta definición: la primera es que resulta prácticamente imposible lograr el bienestar completo en los tres aspectos, ya que estos abarcan no solo a la persona sino también sus vínculos sociales y afectivos. Por este motivo, y después de una reelaboración del concepto, en la actualidad se habla de un grado de bienestar físico, mental y social, por lo que, consecuentemente, tener salud sería alcanzar el mayor grado posible de bienestar.

La segunda observación tiene que ver con la percepción que cada individuo y más aún, cada grupo social tiene de lo que implica el “bienestar”. Son infinitas las ideas que existen sobre lo que sería el bienestar, pero siempre está relacionado con el cumplimiento de los derechos humanos.

Organización de las Naciones Unidas (ONU): fundada tras la Segunda Guerra Mundial, es una organización multinacional conformada por 193 Estados miembros cuya finalidad es mantener la paz y seguridad internacional, promover el desarrollo social, los derechos humanos, y la mejora de la calidad de vida. Organización Mundial de la Salud (OMS): coordina la acción sanitaria en las Naciones Unidas. Interviene en los asuntos sanitarios mundiales, genera investigaciones en salud, promueve políticas en esta materia, emite normas sanitarias y da apoyo técnico a los países. También vigila las tendencias sanitarias mundiales, por ejemplo en caso de epidemias. La OPS, es la oficina regional de la OMS para las Américas, organismo equivalente a la OMS que determina políticas sanitarias para las Américas.

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF): repartición de las Naciones Unidas especialmente dedicada a la protección integral de la infancia en cuanto a educación, salud, contención social, etc.

Los modos del bienestar:

Cada cual tiene una percepción propia sobre su sensación de bienestar, que depende de diversos factores: tener trabajo, familia, vivienda, etc. Estos factores son, indudablemente, condiciones que pueden aumentar esa sensación. Sin embargo el ser humano está, además, condicionado por sus emociones y sus sentimientos. Así, desde afuera, otros pueden suponer que alguien goza de bienestar por tener acceso a estas cosas básicas; y la persona en cuestión, sentir una insatisfacción que no condice con esa visión que va más allá de haber podido conseguir determinados bienes materiales.

“VALE MÁS PREVENIR QUE CURAR”: UNA NUEVA FORMA DE ENCARAR LA SALUD/ENFERMEDAD:

A partir de 1930 se impuso un modelo conocido como paradigma preventivista. Este modelo, que fue impulsado por Hugh Leavell y E. Gurney Clarck –médicos que trabajaban en salud pública en Estados Unidos–, pone especial énfasis en la prevención, es decir, en las acciones tendientes a evitar que la enfermedad aparezca. Este paradigma tuvo en cuenta que, una vez declarada una enfermedad, las personas estaban expuestas a diversas consecuencias, como la posibilidad de padecer secuelas. También, más allá de las secuelas físicas, enfrentar una situación de enfermedad implicaba la necesidad de utilizar servicios médicos y medicamentos cuyos costos eran elevados y de difícil acceso para la mayoría de la población. Si bien esta nueva visión representó un avance importante en el abordaje de enfermedades, la acción en favor de la salud respondía a un modelo médico hegemónico, porque seguía proponiendo soluciones desde el campo de la medicina, sin tener en cuenta a otros actores sociales fuera del ámbito del personal sanitario y de las instituciones médicas. La acción de prevención se centra en minimizar los llamados factores de riesgo que amenazan al individuo. Cada persona tiene un determinado perfil de riesgo condicionado por su exposición a estos factores. No todas las personas tienen igual posibilidad de mantener su estado de salud, debido a que cada individuo y cada etapa de la vida tienen sus características propias que pueden exponerlo en mayor o menor grado ante determinados factores de riesgo.

Los factores de riesgo tienen distintas procedencias:

Desde el entorno: los factores ambientales, como la contaminación del aire y el agua o la contaminación sonora típica de las grandes ciudades, perjudican la salud, ya que causan problemas respiratorios, de piel, auditivos, etc. Desde el trabajo: los factores laborales, incluyen todos los riesgos relacionados con las actividades que se desempeñen para lograr el sustento económico y dependen del tipo de trabajo. Por ejemplo, una persona que limpia vidrios a grandes alturas tiene un alto riesgo de caer, mientras que un carpintero corre otro tipo de riesgos: puede, por ejemplo, lesionarse las manos con las máquinas usadas para aserrar madera.

Desde la persona: a) Constitución biológica: la predisposición a ciertas enfermedades como la diabetes por ejemplo.

b) Constitución psicológica: las conductas de riesgo son acciones relacionadas con la toma de decisiones y los comportamientos consecuentes que pueden poner en riesgo la salud. Por ejemplo, el consumo abusivo de alcohol puede hacer que las personas tengan conductas riesgosas para con ellas mismas y con otros, que pueden producir deterioro físico y psicológico y contribuir a aumentar las posibilidades de accidentes de tránsito, entre otras acciones. Las conductas que manifiesta una persona no dependen enteramente de ella sino también de las condiciones sociales que habita y de la etapa vital que transita. Así se habla de riesgos grupales cuando las personas, al estar en grupo, tienen conductas que no pondrían en práctica en forma individual.

Teniendo en cuenta las consecuencias negativas que la enfermedad trae aparejadas, y dentro del marco del paradigma preventivista, se establecieron tres niveles de prevención: Prevención primaria: su objetivo es impedir que se manifiesten las enfermedades, para lo cual centra su acción en reducir las conductas de riesgo de los individuos y los factores predisponentes a la enfermedad. Debemos destacar el papel preponderante que juega la educación en este caso. Se planifican, por ejemplo, campañas informativas o vacunaciones masivas. También se incluye la protección de la salud mediante saneamiento ambiental, controles bromatológicos de alimentos, etc. Prevención secundaria: su objetivo es la detección temprana de enfermedades aun cuando permanecen asintomáticas, mediante chequeos de rutina, y métodos de diagnóstico precoz. Por ejemplo, el cáncer de próstata en los hombres puede ser detectado muy tempranamente con una prueba en sangre denominada PSA (detección de antígeno prostático); en las mujeres, el examen de Papanicolau, y colposcopía, o la mamografía buscan detectar cánceres ginecológicos. También se estableció recientemente la videocolonoscopía (exploración del colon, última porción del intestino), como estudio de rutina desde los 50 años de edad, debido al alto porcentaje de afecciones serias que se localizan en ese órgano. Prevención terciaria: su objetivo es tratar enfermedades ya declaradas, que pueden ser curadas total o parcialmente, y participar en la rehabilitación de aquellas que dejan secuelas.

UNA NUEVA MIRADA: LA INCLUSIÓN DE LA PROMOCIÓN DE LA SALUD COMO PARTE DE LA PREVENCIÓN PRIMARIA:

 Para reducir el impacto personal y social que causa la enfermedad y teniendo como objetivo la prevención primaria, se planteó un nuevo enfoque de las políticas sanitarias, centrándolas en la promoción de la salud, que se definió en 1986 en la llamada Carta de Ottawa publicada por la OMS como un proceso mediante el cual se les proporcione a las personas los medios necesarios para aumentar el control sobre su propia salud y mejorarla. Este proceso abarca diferentes aspectos: adquirir hábitos de cuidado del cuerpo, eliminar comportamientos de riesgo que pueden predisponer a ciertas enfermedades, y obtener información y conocimientos necesarios para estos fines. “La promoción de la salud tiene por objeto extender lo que se entiende como expectativa de salud más allá de la ausencia de enfermedad, trastornos y discapacidad, hacia medidas positivas para crear, mantener y proteger la salud, centradas en la duración de la vida saludable”. La educación para la salud desde diferentes ámbitos: escuela, medios de comunicación, etc., es un punto clave en esta nueva propuesta que no se reduce a la simple transmisión de información sino que requiere una participación activa de las personas e incluye la alfabetización sanitaria y el desarrollo de habilidades personales que conduzcan a la salud individual y comunitaria.

Por otro lado, la propuesta de promoción de la salud abandona el modelo médico hegemónico, y plantea una estrategia de cambio individual y social. Introduce la idea del empoderamiento para la salud: “El empoderamiento para la salud es el proceso social, cultural, psicológico o político mediante el cual el individuo o grupos sociales son capaces de plantear sus necesidades o preocupaciones, diseñar estrategias de participación en la toma de decisiones y llevar a cabo acciones políticas, sociales y culturales para hacer frente a las necesidades en relación a la salud” Dicho de un modo simple: se busca que la población sea a la vez generadora y destinataria de las acciones en salud.

FACTORES DETERMINANTES DE SALUD:

 Así como el paradigma preventivista se centraba en el estudio de los factores de riesgo, el enfoque de la promoción de la salud se propone operar sobre los llamados factores determinantes de salud. Se trata de factores políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales, conductuales y biológicos que determinan el estado de salud de los individuos y poblaciones, y pueden ser modificados por estrategias de promoción adecuadas. Teniendo en cuenta esta multiplicidad de factores, podemos decir que la promoción en salud hace necesario también modificar algunas condiciones que no dependen de las decisiones personales y que influyen indiscutiblemente en el bienestar físico, mental y social. En estas acciones están comprometidos los poderes políticos que manejan la economía y las políticas sociales de un país, las entidades de gobierno provinciales y municipales, los organismos de salud, las organizaciones no gubernamentales (ONGs), instituciones como escuelas, sociedades de fomento, clubes; también las empresas privadas. En conclusión, la intención es involucrar a todos los actores sociales desde sus diferentes roles, para crear las llamadas opciones saludables. En primer lugar, con el objeto de tomar conciencia de que la salud dejó de ser un asunto individual, y pasó a ser un asunto colectivo que exige participación comunitaria. En segunda instancia, para procurar acciones concretas y consensuadas a favor de la preservación de estados saludables que no desatiendan la singularidad de las culturas.

lunes, 31 de julio de 2023

Psicología en Argentina

 

La Argentina ha sido uno de los principales países latinoamericanos en los que se han desarrollado las diversas corrientes y prácticas psicológicas y psicoanalíticas. Los valiosos avances que se han producido en el país, la cantidad de profesionales destacados a nivel mundial que han pasado por aquí, los infinitos intercambios con países europeos, a lo largo de la última centuria son hitos en el campo de la disciplina psicológica.

La mirada hacia el pasado de la Psicología en Argentina descubre una disciplina de constitución compleja, un campo con diversidad de problemas teóricos y metodológicos difíciles de transitar al margen de otras ciencias. La trama de la conformación de los discursos y las prácticas de la Psicología se suceden indisolublemente ligados a la filosofía, la biología, la medicina, la criminología, la pedagogía, etc.

En 1896, se funda la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. En referencia a la enseñanza de la Psicología, son tres las cátedras que concentran esta enseñanza: Biología, donde se acentúa el aspecto neurológico y filogenético; Psicología experimental, que es fisiológica y patológica; y por último la cátedra de Psicología, llamada “pura”, donde se investigan los procesos psíquicos más complejamente humanos.

En 1901, se inauguran los primeros cursos de Psicología. Piñero había fundado el primer Laboratorio de Psicología experimental en 1898, en el ámbito del Colegio Nacional Buenos Aires.

Desde 1922, circula en amplios círculos intelectuales de Buenos Aires la primera traducción al español de Freud por López Ballesteros.

Desde París regresa a la Argentina Celes Cárcamo, luego de una estadía en el Instituto Psicoanalítico de París.

También desembarca en Argentina, en 1938, Ángel Garma, médico español, quien había participado del Instituto Psicoanalítico de París.

En este entorno y con figuras destacadas en su formación en Psicoanálisis acontece una reunión no oficial con el objetivo de fundar en Buenos Aires la Asociación Psicoanalítica Argentina-A.P.A. (1940).

El proceso de institucionalización del Psicoanálisis en Argentina comienza con el reconocimiento oficial de la A.P.A. por la Asociación Psicoanalítica Internacional (1942).

El Primer Congreso Argentino de Psicología, realizado en marzo de 1954, en San Miguel de Tucumán cobró una significativa relevancia para la institucionalización del saber psicológico puesto que allí no sólo comenzaría a diferenciarse la psicología de la medicina y la filosofía (recintos donde históricamente se la incluía), sino además, se alentaría y recomendaría la creación de las carreras.

La década del 50 fue un tiempo en el que se desplegó la fundación de las carreras de psicología en Argentina: en primera instancia, se crea en 1955 la de Rosario, con dependencia de la Universidad Nacional del Litoral (UNL); luego le sigue, en 1957, la de Buenos Aires (UBA); en 1958 se gestan las de Córdoba (UNC), La Plata (UNLP) y Cuyo (UNC, con sede en San Luis); en 1959 se inaugura la de Tucumán (UNT); posteriormente, en 1966 se abre la de Mar del Plata (UNMP). Todas estas carreras se abrirían en el seno de universidades nacionales, siendo públicas y subvencionadas por el Estado. Además debe agregarse que la formación universitaria en Argentina, a partir de la Reforma de 1918, impuso la política de acceso irrestricto y gratuito a la Educación Superior.

Todo este movimiento de una profesión joven de una carrera recién creada queda clausurado en 1966 con el golpe de Onganía. Ese mismo año la Facultad de Psicología permanece cerrada por un año. El amanecer de la noche de los bastones largos nos despierta con la Ley 17132 (1967) que reglamenta la actividad de los psicólogos, que por ser una Ley de un Gobierno de facto ataca fundamentalmente el ideal social de los Psicólogos de la generación de los ‘60 y daña gravemente la legitimación de la profesión.

Seguirán a estos acontecimientos largos años de silencio y de lucha a la espera de la sanción de la tan ansiada Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología con habilitación al ejercicio de la Psicoterapia (Ley 23.277/1985) conjuntamente con el regreso a la democracia.

El 29 de julio de 1966, la dictadura encabezada por el General Juan Carlos Onganía decidió desalojar distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires (la de Ciencias Económicas fue la primera) y reprimir a las autoridades, los profesores y alumnos que reclamaban en defensa de la autonomía universitaria. Esa noche, conocida luego como "la noche de los bastones largos".

El dictador Onganía había decretado no solo la intervención de las universidades nacionales, sino también expulsar a cualquier tipo de oposición que realizara alguna actividad dentro de aquellos establecimientos educativos.

Como consecuencia, más de 700 académicos fueron obligados a abandonar sus puestos de trabajo y, muchos de ellos, se exiliaron en el exterior. A partir ahí, comenzó un éxodo de brillantes investigadores y científicos.

La última dictadura (1976), comportó consecuencias terribles para el campo de la salud mental. No solo se produjo la persecución y desaparición sistemática de estudiantes y profesionales; también tuvo efectos en las teorías y prácticas: comunidades terapéuticas, las experiencias piloto en los hospitales monovalentes, y en los primeros servicios en Hospitales Generales. Sus efectos también comprendieron el desprestigio de las prácticas y teorías, junto con la desarticulación de los espacios gremiales. A nivel académico, implicó la pérdida de autonomía universitaria, el cierre de muchas de las carreras de Psicología así como el desmantelamiento de sus planteles docentes por cesantía y desaparición de muchos de sus profesores.

los efectos de la última dictadura cívico-militar (1976-1983) en la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que se desarrolló durante estos años bajo la figura del cupo cero, la cual no permitía la inscripción de nuevos alumnos.

La creación de la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de La Plata se produjo en el año 1958, en la Facultad de Humanidades. Su establecimiento se llevó a cabo de acuerdo a las bases establecidas en el Primer Congreso Argentino de Psicología desarrollado en Tucumán en el año 1954. En dicho congreso, se recomendó la creación de carreras de Psicología o de psicólogo, en las universidades nacionales. Cabe mencionar que para ese momento, varias universidades ya contaban con laboratorios de psicología (el  más antiguo creado por Víctor Mercante en San Juan en 1891) y cursos de psicoanálisis, por ejemplo la Universidad de Buenos Aires contaba con una cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras (donde se llevaría a cabo la creación de la carrera en 1957), y con unos pocos cursos en la Facultad de Medicina; como también se dictaban en las universidades de Córdoba , San Luis, Tucumán y La Plata.

Estos debates por el rol del psicólogo/a, y las prácticas surgidas fueron detenidas bruscamente por la última dictadura (1976-1983). Como se mencionó previamente, en La Plata la carrera se desarrolló durante estos años bajo la figura del cupo cero.

No sólo interrumpió bruscamente las condiciones que habían favorecido el debate sobre el rol del psicólogo, secuestró e hizo desaparecer a una enorme cantidad de psicólogos y estudiantes de Psicología, cerró carreras universitarias de Psicología y visualizó a la psicología como una de las ideologías que habían promovido una visión ajena a la tradición del país.

En La Plata la Carrera de Psicología no se cerró como en otros lados, pero como se señala previamente se impuso el llamado cupo cero y año tras año iba disminuyendo el número de alumnos. En ese contexto, la gente se refugió en el grupo de estudio como modalidad.

Los grupos de estudio, señala Telma Piacente, surgieron en Buenos Aires en los años ‘60, los cuales se figuraban como una universidad paralela donde se impartían semanalmente los conocimientos que en las facultades estaban vedados: marxismo, lingüística, filosofía, estructuralismo, psicoanálisis. Cobraron relevancia en la última dictadura, y también fueron una vía de formación para los psicoanalistas que en ese momento eran admitidos en las instituciones oficiales como la Asociación Psicoanalítica Argentina (creada en 1942).

Las carreras de Licenciatura y Profesorado fueron reabiertas en 1984.

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 13 de julio de 2023

Psicología, Salud y Derechos Humanos:

 

La Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud es un documento elaborado por la Organización Mundial de la Salud, durante la Primera Conferencia Internacional para la Promoción de la Salud, celebrada en Ottawa, Canadá, en 1986. También toma como referencia, la conferencia realizada en Alma Ata en 1978.

La primera Conferencia internacional sobre la Promoción de la Salud reunida en Ottawa el día 21 de noviembre de 1986 emite una CARTA dirigida a la consecución del objetivo "Salud para todos en el año 2000”.

La promoción de la salud consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente. La salud se percibe pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida cotidiana. Se trata por tanto de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales así como las aptitudes físicas. Por consiguiente, dado que el concepto de salud como bienestar trasciende la idea de formas de vida sanas, la promoción de la salud no concierne exclusivamente al sector sanitario.

Las condiciones y requisitos para la salud son: la paz, la educación, la vivienda. La alimentación, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad.

La Conferencia internacional de atención primaria de salud, reunida en Alma-Ata el día 12 de septiembre de 1978, expresando la necesidad de una acción urgente por parte de todos los gobiernos, de todos los profesionales sanitarios y los implicados en el desarrollo, y por parte de la comunidad mundial, para proteger y promover la salud para todas las personas del mundo, establece la Declaración de Alma Ata.

La Conferencia reitera firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental y que el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de la salud.

La grave desigualdad existente en el estado de salud de la población, especialmente entre los países en desarrollo y los desarrollados, así como dentro de cada país, es política, social y económicamente inaceptable y, por tanto, motivo de preocupación común para todos los países.

El pueblo tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente en la planificación y aplicación de su atención de salud.

 Salud Mental:

 Sancionada: Noviembre 25 de 2010

Promulgada: Diciembre 2 de 2010

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso sancionan con fuerza de Ley:

LEY NACIONAL DE SALUD MENTAL

Derechos y garantías

ARTICULO 1° — La presente ley tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental que se encuentran en el territorio nacional, reconocidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio de las regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos derechos puedan establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

ARTICULO 2° — Se consideran parte integrante de la presente ley los Principios de Naciones Unidas para la Protección de los Enfermos Mentales y para el Mejoramiento de la Atención de Salud Mental, adoptado por la Asamblea General en su resolución 46/119 del 17 de diciembre de 1991. Asimismo, la Declaración de Caracas de la Organización Panamericana de la Salud y de la Organización Mundial de la Salud, para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica dentro de los Sistemas Locales de Salud, del 14 de noviembre de 1990, y los Principios de Brasilia Rectores; para el Desarrollo de la Atención en Salud Mental en las Américas, del 9 de noviembre de 1990, se consideran instrumentos de orientación para la planificación de políticas públicas.

Capítulo II

Definición

ARTICULO 3° — En el marco de la presente ley se reconoce a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.

Se debe partir de la presunción de capacidad de todas las personas.

En ningún caso puede hacerse diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de:

a) Status político, socio-económico, pertenencia a un grupo cultural, racial o religioso;

b) Demandas familiares, laborales, falta de conformidad o adecuación con valores morales, sociales, culturales, políticos o creencias religiosas prevalecientes en la comunidad donde vive la persona;

c) Elección o identidad sexual;

d) La mera existencia de antecedentes de tratamiento u hospitalización.

ARTICULO 4° — Las adicciones deben ser abordadas como parte integrante de las políticas de salud mental. Las personas con uso problemático de drogas, legales e ilegales, tienen todos los derechos y garantías que se establecen en la presente ley en su relación con los servicios de salud.

ARTICULO 5° — La existencia de diagnóstico en el campo de la salud mental no autoriza en ningún caso a presumir riesgo de daño o incapacidad, lo que sólo puede deducirse a partir de una evaluación interdisciplinaria de cada situación particular en un momento determinado.