jueves, 26 de agosto de 2021

Lectura ampliatoria

 

Sistema Psíquico:

 

El psiquismo es el conjunto de manifestaciones de la mente humana que se organizan de un modo particular, a esta organización se la llama estructura de la personalidad.

El psiquismo fue estudiado por Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis.

El psicoanálisis comenzó con el tratamiento de una mujer que era paciente del médico Joseph Breuer. Freud, que era su discípulo, la llamó Anna O. en sus escritos. Esta mujer sufría una parálisis en su brazo y pierna derecha, nauseas, dificultades en la visión y ausencias. A partir de estos síntomas fue diagnosticada como histérica. La histeria en esa época era poco comprendida y muchos médicos pensaban que los pacientes fingían sus síntomas. Breuer le aplicó un tratamiento nuevo en esos casos, la hipnosis. Al hipnotizarla la paciente pudo recordar hechos de su pasado que había olvidado, contó que su padre enfermo a quien ella cuidó unos días antes de morir le preguntó la hora, ella miró el reloj con los ojos llenos de lagrimas y no pudo ver bien la hora. Al recordar esto su problema de la visión desapareció.

Esta paciente denominó el método empleado en su terapia talking cure (método de la conversación).

Breuer concluyó que los síntomas de Anna O. estaban causados por acontecimientos traumáticos del pasado y que el recuerdo de esos sucesos tenía sobre ella un efecto catártico. El tratamiento logró que los síntomas desaparecieran, pero surgió una complicación, la paciente se había enamorado del médico y demandaba constantemente su atención, lo que producía los celos de su esposa. Puso fin al tratamiento y Anna sufrió un embarazo imaginario; se había producido lo que tiempo después Freud describiría como transferencia.

Breuer le cuenta a Freud sobre este caso, y así Freud comenzó a utilizar el método de la talking cure con sus pacientes.

Freud planteó que la emoción contenida luego de vivir un hecho traumático se expresaba a través de síntomas, y los llamo síntomas neuróticos. Estos hechos no eran recordados por los pacientes, solo aparecían los síntomas. Al principio se los hacía recordar mediante la hipnosis, pero luego este método fue abandonado, porque con el tiempo reaparecían algunos síntomas; y se comenzó a trabajar con un método que dio mejores resultados, la asociación libre. Se analizaban a través de este método los actos fallidos y los sueños.

Este método permitía conocer los fenómenos del inconciente. La instrucción para utilizar la asociación libre es instar al paciente para que diga todo lo que se le ocurra en relación a una palabra, un recuerdo, color, o simplemente hablar de lo que quiera en una sesión. Nada es insignificante ni arbitrario. En el tratamiento, después de asociar libremente, el individuo reflexiona sobre lo que ha dicho, guiado por el terapeuta.

El análisis de los sueños es el camino más importante hacia el inconciente, tienen un sentido que puede ser descubierto en el tratamiento psicoanalítico.

En su primera teoría del aparato psíquico Freud distingue tres niveles de conciencia: conciente, preconciente e inconciente.

El nivel conciente está formado por percepciones y recuerdos que están presentes.

El nivel preconciente está constituido por pensamientos y recuerdos que no están presentes en nuestra memoria, pero que se pueden recuperar, por ejemplo un número telefónico.

El nivel inconciente está compuesto por vivencias que fueron olvidadas, por deseos o impulsos reprimidos que no llegan a la conciencia.

Entre el preconciente y el inconciente opera la censura, cuya función es la represión de los deseos e impulsos. La censura solo se relaja relativamente durante el sueño, lo que permite que los deseos reprimidos se expresen en el, aunque de manera disfrazada.

En su libro “El yo y el ello” Freud planteó su segunda teoría del aparato psíquico, en la que afirma que la personalidad tiene una estructura que comprende tres instancias: el yo, el ello y el superyó.

El ello incluye a los deseos y necesidades básicas que nos motivan. Opera de acuerdo con el principio de placer, que dirige la conducta hacia todo lo que puede ser gratificante para el ser humano.

El yo intenta satisfacer las demandas que provienen del ello de un modo realista, tomando en cuenta la realidad externa y no solo las propias necesidades. A diferencia del ello, que obedece al principio del placer, el yo obedece al principio de realidad, que hace que a menudo se deban posponer la realización de los deseos. En lugar del proceso primario opera el proceso secundario, que incluye las habilidades de razonamiento que ayudan a un individuo a distinguir entre lo real y lo imaginario.

El superyó representa los valores, los ideales y las normas morales que el individuo ha internalizado a partir de su vida en sociedad. Conforme internalizamos las enseñanzas de nuestros padres y de la sociedad, las recompensas y los castigos que durante la niñez provenían de otros, surgen después desde el mismo sujeto. Como resultado de la actividad del superyó, sentimos culpa cuando desobedecemos normas morales.

El superyó opera a través de dos subsistemas: la conciencia y el ideal del yo. La primera se refiere a la capacidad para evaluarse a uno mismo, para la autocrítica. Por su parte el ideal del yo es la imagen de sí misma que la persona aprueba para sí. Incluye todo lo que pensamos que deberíamos ser y como deberíamos alcanzarlo.

En la personalidad adulta que se ha desarrollado adecuadamente, el yo controla tanto al ello como al superyó, mediando entre las demandas de ambos y las exigencias del mundo exterior. Sin embargo, el desarrollo no siempre se cumple de manera óptima, por lo que el yo termina agobiado por el ello y el superyó. Uno demanda satisfacción de los deseos, necesidades e impulsos, y el otro impone prescripciones rígidas acerca de cómo y en qué medida deben satisfacerse los deseos.

Como vemos, la descripción que hace Freud de la personalidad es la de una estructura dividida, que debe enfrentar fuerzas que necesariamente entran en conflicto.

miércoles, 18 de agosto de 2021

Trabajo práctico: Formación del proyecto de vida

 ACTIVIDADES:

 1. Lee el texto y explica las teorías de la motivación. Amplía tu respuesta con lo estudiado sobre las escuelas en psicología.

 2. ¿Qué significa tener un proyecto de vida y qué elementos contiene para ser un proyecto? 

3. ¿Qué tipos de proyectos de vida pueden tener lugar y qué características tiene cada uno?

 4. ¿Qué características tienen los proyectos de vida durante la adolescencia? 

5. Elabora un ejemplo de un proyecto en tu vida, puede ser con metas a corto plazo o largo plazo. ¿Cuáles de las características que estudiamos tendría tu proyecto?

 Proyecto de vida: 

Al reflexionar sobre un proyecto para la vida, puede ser a corto o a largo plazo y formar parte de las actividades cotidianas, es importante pensar acerca de la motivación. Desde la psicología nos podemos preguntar qué es lo que nos lleva a dedicar nuestra vida a actividades como trabajar, estudiar, cuidar nuestra familia, aprender un oficio, un idioma, un deporte, planificar un viaje, realizar actividades solidarias, etc., ¿qué es lo que nos mueve? ¿Qué impulsa nuestras acciones sobre el mundo, sobre nosotros mismos y sobre los otros? ¿Cuáles son los motivos que guían nuestras formas de actuar? La palabra motivo proviene del latín movere, que significa moverse, poner en marcha. Los motivos que explican la conducta humana son muy diversos, intelectuales, afectivos, éticos, emocionales, instintivos. 

 La motivación es un proceso psicológico que determina la planificación y acción del sujeto; este proceso no es simplemente cognitivo, porque la energía que proporciona la motivación tiene un alto componente afectivo. Se incluyen en este proceso motivacional todos aquellos factores cognitivos y afectivos que influyen en la elección de una acción que busca alcanzar un fin determinado. 

Teorías de la motivación: En la ciencia psicológica podemos encontrar diferentes teorías que explican la motivación. 

Teorías psicoanalíticas: Para la perspectiva psicoanalítica, el rasgo que define los motivos humanos más profundos es su carácter inconciente. El deseo constituye el motivo o motor privilegiado de las acciones humanas. Las personas son movidas o impulsadas por una fuerza energética inconciente que Freud denomina pulsión (impulso o fuerza constante). El psicoanalista francés Jacques Lacan retoma las teorías freudianas y enfatiza el papel del deseo, y sostiene que el deseo es siempre insatisfecho por lo que es una fuerza impulsora de las acciones humanas. Teorías del aprendizaje: Enmarcadas en la tradición del conductismo, las teorías del aprendizaje explican la conducta humana como efecto de un aprendizaje, por lo tanto plantean que toda motivación es resultado de un aprendizaje, en donde la conducta se condicionó por reforzamiento. Las asociaciones entre la conducta y la recompensa recibida están influidas socialmente y son producto del ambiente cultural de cada sociedad. La valoración social de un logro intelectual (por ejemplo obtener un título universitario), o de un logro material (como tener una mayor capacidad económica), puede ejercer influencia en la motivación personal para buscar esas recompensas. Teorías cognitivas: Plantean que los motivos de la conducta se explican por las representaciones mentales de la realidad, es decir por las ideas o esquemas de conocimiento de las personas. Se construyen motivos sociales, es decir tendencias de acción referidas a determinadas conductas y deseos que se activan en contextos sociales, como los motivos de logro (interés por conseguir resultados gracias a un buen desempeño personal), los motivos de afiliación (interés por establecer y mantener relaciones afectivas con otras personas) y los motivos de poder (poder intervenir, que nuestras opiniones sean tenidas en cuenta).

 Un proyecto de vida es la planificación de acciones destinadas a superar el presente y abrirse camino hacia el futuro. La realización de un proyecto da lugar a la construcción de nuevos proyectos.  Un proyecto siempre estará conformado por metas que se deseen alcanzar, por motivaciones, por los medios necesarios para cumplir esas metas y una planificación del tiempo. Existen diferentes clasificaciones posibles de los proyectos de vida, podría ser por ejemplo abierto o cerrado; es abierto cuando admite la integración de experiencias y significados nuevos, lo que lo torna flexible y permeable a la experiencia. En un proyecto cerrado, en cambio, no se puede integrar lo imprevisto. Es un proyecto rígido que pretende ser absoluto, que no se adapta a los cambios. Por ejemplo una persona que estudia una carrera universitaria y al mismo tiempo trabaja y debe realizar un cambio de trabajo, debiendo adaptarse a su nuevo entorno laboral y reorganizar sus tiempos para el estudio, si su proyecto es abierto podrá adaptarse a las diferentes situaciones sin abandonar su proyecto estableciendo objetivos a corto plazo que le permitirán alcanzar los objetivos a largo plazo. Un proyecto puede ser complejo o simple. Es complejo cuando abarca áreas amplias de experiencia, por ejemplo el tipo de inserción laboral que se desea; un proyecto simple abarca un sector limitado de experiencia, es un objetivo concreto el que se busca alcanzar, por ejemplo terminar la escuela. Puede ser comprometido o no comprometido, un proyecto se diferencia de otro por el grado de compromiso que genera en la persona que lo lleva a cabo. El proyecto no comprometido se queda en las palabras, no avanza en la concreción de metas. Independiente o dependiente; esta diferencia se refiere a la capacidad de una persona para elaborar un proyecto propio o aceptar el que otros le formulen. Ningún proyecto personal es totalmente obra de uno mismo, ya que en su elaboración están presentes todas las influencias que el sujeto ha recibido a lo largo de su vida, pero se trata de una cuestión de grados. Algunas personas aceptan seguir los caminos que otras personas trazan para ellos, y los hacen suyos, mientras que otras no descansan hasta elaborar proyectos a los que sienten realmente como propios. Durante la adolescencia los jóvenes construyen su proyecto de vida a partir de su experiencia, teniendo en cuenta sus intereses y motivaciones, y las alternativas concretas que le ofrece el ambiente en el que viven. A diferencia de lo que ocurre en la niñez, en la cual un proyecto se basa fundamentalmente en los deseos, a partir de la adolescencia los proyectos se apoyan en la realidad, aunque su motor siga siendo el deseo de alcanzar las metas planteadas. La capacidad de organizar un plan para la consecución de dichas metas es una característica que se alcanza en la adolescencia; el proyecto se va construyendo muchas veces por ensayo y error, por lo que muchas veces se toman caminos que luego son abandonados frente a otras alternativas; no es posible pensar en un proyecto de vida acabado y completo, el proyecto siempre se está reelaborando, y el realizar un proyecto da lugar a nuevos proyectos, con objetivos a corto plazo y otros a largo plazo.

 Fuente: Kornblit, Ana Lía. Psicología. Ed. Mc Graw Hill. Chile. 2004.